
CHICAGO (DDN) – El gobierno entrante de Donald Trump iniciará una operación migratoria sin precedentes en el área de Chicago, marcando el comienzo de su prometida política de deportaciones masivas, según confirmó un funcionario federal que pidió mantener su anonimato por no estar autorizado a hacer públicos los detalles.
La operación, que comenzará esta semana tras la toma de posesión del presidente electo el lunes, tiene como objetivo a más de 300 personas con historiales de delitos violentos graves.
Este operativo representa un cambio significativo respecto a la política del presidente Joe Biden, quien había limitado las detenciones principalmente a personas con antecedentes criminales serios y amenazas a la seguridad nacional. Bajo la nueva administración, los agentes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) podrían detener también a otros individuos indocumentados que se encuentren en el lugar durante los operativos, incluso si no son objetivos principales.
Aunque históricamente ICE solo logra detener a una fracción de sus objetivos en este tipo de operaciones, la amplitud del operativo sugiere un endurecimiento inmediato de la política migratoria bajo el mandato de Trump.
Tanto el equipo de transición de Trump como ICE declinaron hacer comentarios sobre la operación cuando fueron contactados. Se espera que los arrestos comiencen el martes y continúen durante toda la semana.
La tercera ciudad más poblada de Estados Unidos, con una comunidad latina cercana al millón de habitantes, enfrenta desafíos significativos en la gestión del flujo de migrantes enviados por Texas mediante autobuses durante los últimos años.
A pesar de la asignación de recursos municipales para atender la crisis, cientos de migrantes continúan refugiados en instalaciones improvisadas, incluyendo estaciones del transporte público y el Aeropuerto Internacional O’Hare.

Las autoridades locales han reportado un incremento en incidentes delictivos vinculados a la situación precaria de algunos recién llegados, generando preocupación entre los residentes por la seguridad en diversos sectores de la ciudad. La policía de Chicago ha aumentado su presencia en las áreas más afectadas mientras la ciudad busca soluciones a largo plazo para la crisis habitacional y de seguridad.
Los esfuerzos de la ciudad por proporcionar albergue y servicios básicos se han visto sobrepasados por la continua llegada de autobuses desde Texas, creando una presión adicional sobre los recursos municipales y los servicios sociales existentes.
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